El ascensorista
Se presentan dos personajes, uno más alto que otro, pero cualquiera pensaría que una ilusión óptica me engaña. Tanto el primer personaje como el segundo se visten de formalidad; del primero puedo decir que es el que más sobresale en la foto, primero por el color rojo que enmarca su uniforme y segundo por su altura; el segundo personaje parece ser un fantasma, un pobre viejo que es apenas capaz de reír, y aun así, su risa es tímida, como si el primer personaje, que ya lo tiene cogido del brazo fuera a matarle. Mientras el primer personaje pareciera trabajar en un hotel, el segundo personaje parece otro trabajador informal del país u otro ladrón disfrazado de político. El ambiente en que se desarrolla lo descrito anteriormente, es un ascensor, y considerando lo anterior y lo que no se dice, el primer personaje es un ascensorista.
Pensándolo bien, los dos tienen risas tímidas, solo que sus preocupaciones parecen ser de distinta naturaleza; yo veo dos colombianos a los que le subieron los servicios, el bus, la gasolina y el colegio de los niños y que como todo colombiano enfrentan la vida como viene. El viejo mas chiquito parece cargar una maleta en la que puede llevar sentencias laborales o familiares directo a la firma de un notario, o llevar millones de dólares que encontró en alguna habitación del hotel al que no le debe nada o lleva descuartizada a su compañera después de haber tenido una pelea en alguna habitación.