No es raro que la gente piense: ¿Cómo es posible de que la religión no encuentre su papel en la modernidad, si existen más movimientos religiosos que los que Dios hubiera imaginado?; sin embargo los que predican lo anteriormente resaltado, tal vez no conocen la existencia de una diferencia vital entre las religiones tradicionales y los nuevos movimientos religiosos y que he tratado de destacar anteriormente. Estos nuevos movimientos religiosos no son más que una reacción ante el malestar religioso generado por las religiones tradicionales, y en palabras de un gran escritor y teólogo español, Juan Martin Velasco, lo anterior se resumiría en los siguiente: “Como si el enrarecimiento que las sociedades avanzadas y las culturas secularizadas suponen para el ejercicio de la religión forzasen a un hombre incurablemente religioso a buscar al margen de ellas nuevas formas de vivir la dimensión religiosa, irrealizable en su interior y en las formas tradicionales” (VELASCO, 1993; 53). Los nuevos movimientos religiosos rescatan elementos de las religiones tradicionales que les consideran importantes para su religión, por ejemplo, la cienciología o ciencismo (ejemplo actual de nuevos movimientos religiosos) pondera que el ser humano es un ser espiritual y que es un ser bueno el cual debe alcanzar su felicidad y su salvación utilizando elementos como: el conocimiento, la educación y mejora espiritual. Sin embargo, y a pesar de que exista cierta relación entre estos nuevos movimientos religiosos y religiones tradicionales, los nuevos movimientos religiosos comprenden que el reto moderno es mucho más complejo que el reto que exigió una era medieval para la iglesia tradicional, entendiendo la trasformación tan trascendental de la que somos producto.